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lunes, 21 de septiembre de 2015

Calzado cubano, entre recuerdos y remiendos



Hace unos meses, un pastor norteamericano que fue a predicar en una iglesia evangélica de El Vedado, antes de referirse a las tribulaciones sufridas por la Iglesia de Macedonia miles de años atrás, jocosamente dijo a los creyentes cubanos: “Estoy mirando desde aquí los pies de ustedes, y por eso sé que estoy en Cuba”.

Tenía razón el predicador. El calzado -mayoritariamente de fabricación china- que se comercializa hoy en las tiendas recauda­doras de divisas es de pésima cali­dad y con altísimos pre­cios de venta. Son zapatos que, después de usarlos un par de veces, se quiebran, se despellejan y se despegan con facili­dad.

Lo que desconocía este joven pastor es que antes de 1959, Cuba contaba con un vasto desarrollo en la industria del calzado que traspasaba las fronteras nacionales. Las marcas Bulnes, Ingelmo, Valle y Amadeo, con­taban con un conjunto de actividades de diseño, fabri­cación, distri­bución, comercialización, así como prestigio en muchas partes del mundo.

¿A dónde ha ido a parar la afamada in­dustria cubana del cal­zado? Salí a investigar e hice un recorrido por el municipio Cerro, donde estaban enclavadas aquellas reconocidas marcas.

La antigua Amadeo, en Mariano 460 entre Lombillo y La Rosa, actualmente está destartalada y sólo produce botas. La otrora Valle, en Santo Tomás 277 entre Arzobispo y Tulipán, desde hace rato es un almacén de polvo. La marca Bulnes, en la Calzada del Cerro esquina a Patria, que elaboraba todo tipo de zapatos y fuera construida por el español Benigno Herrero Bulnes, fue nacionalizada por los Castro. Hasta los años 70 se mantuvo funcionando y luego devino en ruinas por un largo período hasta que el Estado construyó una sala de cine 3D, al lado de un anterior timbiriche de venta de alimentos y bebidas.

Acerca de C. Ingelmo y Hermanos, fundada por Cristóbal Ingelmo García, natural de Salamanca, España, es importante subrayar que esta firma familiar fue catalogada como la más importante entre 185 fábricas de calzado msculino existentes en esa época en el mundo. Ingelmo empezó con un tallercito, y a los pocos años construyó una imponente fábrica de varias plantas, que estaba situada en Pedroso y Nueva, Cerro. Hace más de cuarenta años allí funciona la empresa de instrumentos musicales Fernando Ortiz, especializada en la producción de maracas y tambores.

Este reportero conversó con una persona que quiso permanecer en el anonimato, pero con un largo historial como directivo dentro de la industria del calzado hasta su jubilación. Según el entrevistado, hasta 1990 Cuba producía alrededor de 23 millones de pares de zapatos de todo tipo, pero a partir del Período Especial comenzó el deterioro y descapitalización de esta industria. Y añadió:

-Durante esa etapa de rápida depauperación económica, la fábrica Nguyen Van Troi, en Vía Blanca y Monumental, Guanabacoa, cuyo edificio, organización, e infraestructura fue proyectada e instalada por técnicos checos de la firma SVIT (Bata), fue totalmente desactivada y convertida en una pocilga de chatarra y ratones. Por otro lado, la Amador Blanco Peña, en Loma y Tulipán -creada a principios de la década del 70, a iniciativa de Fidel Castro, con la maquinaria incautada a las fábricas de Ingelmo y Valle–, dejó definitivamente de funcionar en 2014, siendo reacondicionada la inmensa nave por la Oficina Nacional de Diseño Industrial, que se estableció allí.

-También desapareció la fábrica de Managua, en Independencia entre Campamento y Arencibia, encargada de confeccionar botas militares atornilladas, tan pesadas y poco prácticas que los propios soldados les arrancaban las suelas. En su lugar se ubicó un policlínico. Igual destino corrió la Empresa de Calzado Plástico, creada por Celia Sánchez, en Ermita y San Pedro, Cerro. Allí desde 1990 radican las oficinas del grupo empresarial Combell. La fábrica de la calle Empedrado, Habana Vieja, jamás ha logrado su misión de 'impulsar la producción socialista de un calzado cómodo y bello'.

De lo poco que queda de producción de calzado en el país se puede mencionar, entre otras, la Botana, al sur de Villa Clara, y la Venus en Guanabacoa, en las afueras de La Habana. Y entre los productores privados destaca el Proyecto Guazú, en Santa Clara, que produce un calzado hecho a mano, de vestir y de trabajo, guantes, petos y fajas.

Mientras algunas empresas internacionales hacen estudios independientes sobre la influencia del calzado en la imagen personal, donde advierten que el 85% de las mujeres admiten valorar a sus compañeros, jefes y clientes según la ropa y el calzado que llevan, se puede decir que en la Cuba del siglo XXI, gracias a los artesanos fundamentalmente, y al viejo oficio de zapatero remendón, gran parte de la ciudadanía re­suelve cómo calzarse los pies por más tiempo.

Gracias al ingenio de los cuentapro­pistas, la población en Cuba no ha caminado descalza por los campos y ciudades bajo un sol tropical que raja las piedras.

Texto y foto: León Padrón Azcuy
Cubanet, 4 de agosto de 2015.

2 comentarios:

  1. Buenas tardes Tania, ¡Si fuera sólo la industria del calzado lo que ha desaparecido en Cuba podríamos darnos con un canto en los dientes.
    Yo salí de Cuba en 1970 y le puedo decir que desde que se implantó la libreta para los artículos de vestir, donde daban sólo un par de zapatos al año,, mi madre q.e.p.d. nunca se compró los que le tocaban a ella para dármelos a mí, que estaba aún en fase de crecimiento. Muchos sacrificios han tenido que hacer las madres cubanas gracias a esos dos dictadores.
    Saludos.

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  2. Gracias, Lola, por este y otros comentarios, siempre muy valiosos.

    Cuando quieras, escríbeme a mi correo: taniaquintero3@hotmail.com

    Me gustaría saber más de ti e invitarte a que escribas algunos testimonios o recuerdos para el blog.

    Un abrazo, Tania

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