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lunes, 1 de septiembre de 2014

Tumbar a los Castro con viajes y charlas



Leo en Cubaencuentro que "un destacado grupo de miembros de la oposición cubana (residentes en la isla) se ha reunido en Madrid para analizar con exministros y expertos el tema de la transición española".

Me cuesta creer que con la crisis económica existente en España y en el mundo, se gasten un dineral para estar tres días escuchando hablar de cosas que se supone un disidente y un político cubano medianamente preparado debiera conocer, por haberlo leído en libros, revistas, periódicos o visto en documentales.

Y no solamente sobre la transición española, también sobre el referendo chileno, la comisión de la verdad sudafricana, el sindicato Solidaridad, la revolución de terciopelo checa, el movimiento organizado por Aung San Suu Kyi en Birmania, así como todo lo que antecedió y precedió a la caída del Muro de Berlín, entre otros procesos que es imprescindible conocer quien se considere un disidente político.

Ya lo de la llamada 'disidencia cubana' y de ciertos exiliados no tiene nombre: pensar que van a tumbar a los Castro con viajes y charlas.

¿Y Cuba y los cubanos? Bien, gracias.

Mientras, Putin les acaba de condonar la deuda y viajó a La Habana para apuntalar aún más al régimen y con su apoyo, extender el dominio ruso en el continente americano. Un 'remake' de octubre de 1962 en el siglo veiuntiuno, sin cohetes.

Pregunto a un ex preso político y me dice que, en su opinión, la disidencia tiene que hacer todo lo contrario: "Dejarse de tanto blablabla, poner los pies en la tierra y tratar de sumar a la gente de a pie, que se la pasa echando pestes contra el gobierno. El problema es que en Cuba hay muy pocos opositores de verdad, y los pocos que hay, no viajan ni siquiera de una provincia a otra, están en su pueblo, en su barrio".

Sí, la experiencia de otros países es válida, pero cada país tiene que crear sus propias experiencias, porque cada pueblo tiene sus particularidades y es de ingenuos pretender copiar y exportar ejemplos y situaciones foráneas.

No me imagino a ninguno de los grandes políticos cubanos del siglo XX, que algunos en su momento fueron opositores, otras veces gobernantes y casi todos hombres y mujeres con un gran bagaje cultural (unos cuantos fueron excelentes oradores en el hemiciclo del Capitolio), viajando a Estados Unidos o Europa, a aprender cómo hacer política.

Tania Quintero


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